miércoles, 7 de octubre de 2009

Canciones y caricias que hacen crecer a tu bebé

¿Cómo explicarle las cosas a alguien que es nuevo en éste mundo, no sabe para qué sirve cada cosa y encima y todo, no entiende tus palabras porque no sabe lo que es una palabra?

Si te sorprende ésta pregunta seguramente no hayas tenido aún que enfrentarte a un bebé: ahí estáis, tu y esa maravilla que mide medio metro, y tu eres el adulto, es decir, “el que sabe” manejar la situación, porque si no sabes enseñarle tu, ¿quién va a hacerlo? La naturaleza es muy sabia, pero como todos los profesores que nos encontraremos, también necesita de nuestra colaboración.

Obsérvale. Eso es lo primero que hay que hacer para ayudar a nuestro bebé a que desarrolle sus capacidades. ¿Qué es lo que le gusta? ¿Qué le asusta? ¿ En quién se fija más? Saber éstas cosas y cómo utilizarlas es la clave de todo ésta etapa.

Un ejemplo: el otro día hablé con las madres de dos preciosos bebés: Daniel y Javier se llaman. A Javier, como era el más “adulto” (tiene ya 20 meses), le habían regalado un triciclo hace varias semanas, pero, según decía su madre, no había forma de que el pequeño le tomase confianza al juguete y se subiera sin ayuda. Así que con un poco de pena los padres habían decidido que si el otro bebé sabía aprovechar el juguete se lo regalarían a él. Aunque tiene tres meses menos, Daniel es un bebé muy atrevido, y en cuanto vio el triciclo se subió a él y empezó a moverse. La sorpresa vino cuando Javier, al ver como su amigo jugaba sin miedo en el triciclo, se acercó al juguete y no paró hasta subirse por primera vez él solito.

Ya unas semanas antes los padres de Javier se dieron cuenta de que su pequeño dejaba de cojear cuando gateaba desde el momento en que vio como su amigo lo hacía de esa forma.

Seguramente al observar a tu bebé habrás visto reacciones parecidas. Una de las maneras en que los más pequeños se van desarrollando es esa. Ven un ejemplo y lo imitan. Es una manera de asimilar algo que les impactó, un estimulo, es decir, algo que desde fuera despierta su interés y energías para que aprendan o superen algo. Esa es una forma sencilla de comunicarnos con nuestro bebé, de animarle a intentar cosas.

Los estímulos son un lenguaje completamente nuevo para nosotros, que siempre estamos acostumbrados a comunicarnos con palabras. Por ello el bebé supone un gran reto personal: tenemos que ponernos a su altura para que nos entienda, saber qué dice con su mirada, cómo hacer que nos imite un gesto, una palabra, un tono, una actitud... se trata de seguir jugando y riendo con él, pero al divertirnos juntos tenemos que estar abiertos y atentos para aprender de él su lenguaje, su forma de decir las cosas. Así nos comprenderemos y sentiremos aún mejor con nuestro niño.

Si te resulta complicado entender a tu bebé, tranquilo, ya sabes que no hay mal que cien años dure. A partir de los tres años todo será más fácil, porque normalmente el pequeño ya conoce el vocabulario suficiente como para estar a nuestro lado con ese millón de preguntas del tipo “y por qué esto, y por qué le otro..., y por qué aquello...”. La educación entonces se basará en una paciencia infinita para ir respondiendo a las preguntas de tu hijo. Se trata “solo” de ir viendo y hablando con él.

Pero cuando las palabras no sirven de nada a la hora de enseñar muchos padres pierden la paciencia. ¡No os desaniméis! Es precisamente ahora cuando éste tipo de esfuerzos merecen la pena. Cuanto más pequeños son más capacidad de aprender tienen, y solo van manteniendo esa capacidad si se la estimula. Está comprobado que en el octavo mes de embarazo nuestros hijos tienen entre dos y tres veces más neuronas que un adulto. Resulta que las neuronas, si no se usan van muriendo y no se regeneran. Conclusión: los estímulos ayudan a que esa enorme capacidad de aprender que tenemos al nacer dure más tiempo. Las caricias y juegos con los que ahora disfrutamos juntos servirán durante muchos años.

ALGUNOS EJEMPLOS MÁS
No hay una tabla definida de estímulos, aunque sí unas nociones generales. Cada niño es un universo que crece y se expresa a su manera, y la esencia de todo éste proceso es que tu y él os acerquéis, conozcáis lo que el uno quiere decir al otro. Más importante que ninguna receta es afinar el instinto materno y paterno, él va a guiaros sobre las necesidades de vuestro hijo muchas veces mejor que ningún médico.

No hay una tabla definida de estímulos, aunque sí unas nociones generales. Cada niño es un universo que crece y se expresa a su manera, y la esencia de todo éste proceso es que tu y él os acerquéis, conozcáis lo que el uno quiere decir al otro. Más importante que ninguna receta es afinar el instinto materno y paterno, él va a guiaros sobre las necesidades de vuestro hijo muchas veces mejor que ningún médico.

Un ejemplo de la potencia y lo diversos que son los estímulos está en los padres canguros. Un estudio que publicó la Academia de Pediatría de EEUU demostraba los beneficios de que uno de los padres tuviera abrazado en el pecho a su bebé prematuro. Con dos o tres horas al día e “incluso aunque el niño tenga un tubo de oxígeno” se conseguía que los niños se desarrollasen mejor que si estaban todo el tiempo en la incubadora. Ese era el primer resultado de esos momentos en el que la piel se abraza a y da cariño, pero es que además el estudio decía que los padres “se deprimen menos, son más cálidos, e interactúan mejor con su bebé”. Y es que el primer estímulo, el más importante, y el que si no lo tenemos de nada sirve todo lo demás, es el estímulo afectivo, capaz de éstos pequeños milagros con una sola muestra de ternura.

Antes de nacer:
Comienza a estimular al bebé antes de que nazca. Desde el quinto mes ya es capaz de ver y oír, y casi todo lo que escuche mientras esté calentito ahí dentro , después le recordará a esa seguridad y calma.
En una habitación tranquila intenta relajarte y meditar. Piensa que tus sentimientos también le están envolviendo. Habla con tu bebé, cántale una canción o ponle una que a ti te guste y sea tranquila. Cuando haya nacido le ayudará a relajarse.
Escucha de vez en cuando música clásica. Hay una corriente médica, llamada musicoterapia, que estudia los efectos de cada sonido sobre el organismo. Según ésta ciencia violines y pianos, cuando no se tocan con mucha furia, favorecen el ritmo cardiaco y el riego sanguíneo. En general se recomienda música clásica porque con éste tipo de música es más fácil aislar el sonido de los instrumentos. Solo así llegarán melodías al bebé: piensa que de otra forma, ahí dentro, con el líquido amniótico, los sonidos se distorsionan.Los tonos graves relajan nuestro organismo. Que el padre hable con el bebé si queréis que cuando nazca se tranquilice con su voz.
Si ya tenéis hijos haced que hablen al nonato, de ésta forma aprenderá pronto que ellos pertenecen a ese círculo de personas que lo cuidan desde siempre.
Cuando el bebé haga algo que estáis intentado enseñarle, tenéis que felicitarle TODOS. Contarle a los abuelos y hermanos que es lo que estáis intentando que aprenda para que así ellos también puedan animarle.
Después de nacer:
Después del parto, ¿cuál es el momento más feliz que se tiene con un bebé? Cuando consigue unir ante nosotros esas dos sílabas mágicas de “pa-pa” y “ma-ma”. Pero los niños no nacen sabiéndolo decir. Puedes esperar a que él aprenda solo o puedes intentar enseñarle. Para ello dedica todos los días un rato a enseñarle a hablar. No se trata de ponerle junto a la tele o de leerle un cuento que no entiende. Debéis repetirle sonidos simples y con vocales. No desesperes si tarda en reaccionar. Él nos va a marcar el ritmo todo el tiempo, y a veces su ritmo no es el que más nos gustaría.
De todas formas lo difícil es que empiece a seguirte, pero una vez entiende el juego ya verás como todo va más deprisa.
Pero no vayas a quedarte en el “pa pá” y “ma má”. Ahora que ya sabes como hacerlo, intenta seguir enseñándole otras palabras sencillas.
En la medida de lo posible, a todo lo que le digas debe acompañarle una entonación y unos gestos específicos. Aprenderá antes a percibir el sentido de lo que le decís por el tono de voz. En cuanto a los gestos, si adoptáis unos, aplicarlos siempre. Por ejemplo, cuando vayáis a moveros por la casa intenta anunciárselo señalando con la mano, y cuando quieras que se siente, palmea el asiento.
“Tatapetameca, ¿eh?” no significa mucho para ninguno de nosotros, pero para él es todo un discurso y un intento por hacerse entender. Trata de comprender sus balbuceos y felicita cada progreso.
“NO”. Quizás sean éstas las dos letras más poderosas. A veces también ayuda decirle “caca” o cosas parecidas. De todas formas, recuerda que hasta que no cumpla los diez meses no puede comprender el significado de la negación. Y no abuses: si el niño oye todo el tiempo “no”, al final le parecerá una palabra como las demás.
Aunque creas que nos hemos vuelto locos, déjale durante una temporada que coja los alimentos con los manos. Necesita comprobar su tacto y aprender de él. Ya sabes lo que te toca: babero, toalla y no se te ocurra ponerte algo elegante. A la hora de cambiar los tipos de comida, procura estar presente para que se sienta seguro.
Y sobre todo, recuerda que no todo está escrito. Estimular a un bebé es aprender a hablar con él, criarte en la sensibilidad y la intuición, mirar cuando quiere comida y cuando tiene otro tipo de necesidad.... Para saber esas cosas tenemos un instinto natural. Entenderás a tu hijo si estás pendiente de él y de lo que intenta aprender. El trabajo de padres es el de sensibilizarse en el niño, para entenderlo y poder cuidarle mejor. Pero el estímulo principalmente esta basado en el instinto

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