miércoles, 7 de octubre de 2009

Las rabietas

“El súper hasta arriba de gente, la vecina del quinto diciéndote lo mucho que ha crecido tu niño, y tu intentando ordenar la compra sobre la cinta, mientras que tu cielito tirado en el suelo pataleando, grita lo mas fuente que puede, para que le compres un chicle”.


A la mayoría de los padres, en una situación como esta o en otra parecida, nos han echo pasar un mal rato. ¿Qué podemos hacer cuando están en juego nuestro equilibrio físico y emocional por un simple chicle?

Lo primero de todo intenta relajarte, te está poniendo a prueba, en los primeros años de su vida, entre los dos y los tres años, los niños intentan establecer su propia identidad e independencia. Intenta hacer las cosas a su manera y bien por sus propias limitaciones, bien por que tu criterio se impone, el niño se siente frustrado y se manifiesta de la forma que mejor conoce con rabietas y berrinches.

No debes premiar de ninguna manera sus rabietas, y tu atención es una forma de recompensa para él. Si no puedes aguantar la situación ponte a hacer otra cosa. La mejor forma de evitar los berrinches es ignorarle, como si no pasase nada. Piensa que con tu forma de actuar le estas enseñando a él también, cual es el mejor camino para resolver una situación complicada.

Observa en que circunstancias se producen las rabietas y evita, en la medida de lo posible, estas situaciones. Generalmente suelen ir asociadas al cansancio, si no ha descansado lo suficiente, intenta no sacarle a la calle.

Si ves que se prolonga, un buen sistema para atajar la rabieta es el cambio de actividad, intenta llevar su atención hacia otro terreno. Por ejemplo, si estas peleando con él por que no se quiere poner el gorro, no te empecines, seguro que por mucha prisa que tengas, cualquier situación puede esperar cinco minutos, mientras le enseñas el postre que has preparado para la cena. Si es posible y tus nervios te lo permiten, intenta hacer un chiste sobre el postre, conseguirás que se relaje. Ahora puedes explicarle que como ya es mayor, se podrá colocar solito el gorro en el espejo del ascensor.

Si este sistema no funciona y continua llorando, déjale sin ningún remordimiento, él tiene que aprender de sus propias experiencias, simplemente no le atiendas. Eso sí, en cuanto se calme intégrale en la rutina familiar como si no hubiese ocurrido nada, ni abrazándole especialmente, ni intentando que entienda que ese no es el camino, él ya lo ha aprendido.

No todos los niños tienen la misma predisposición a las rabietas, dependerá del carácter de cada uno, y por supuesto de la actitud que tomen sus padres ante esta situación.

Si tienes la suerte de que te toque un “corajudo”, ten en cuenta para tu propia tranquilidad, por un lado que es algo normal, que forma parte de su desarrollo, y que todas las personas que han tenido hijos han pasado por situaciones similares y lo entienden. Y Por otro lado, que no lo esta haciendo para fastidiarte, que su propósito es únicamente el de conseguir lo que desea, y el tuyo debe ser el de prepararle lo mejor posible para saber que en la vida no es posible tenerlo todo. Aunque muy de vez en cuando, tampoco esta demás que cedas con alguna cosilla intranscendente, no pasa nada por darle lo que quiere si lo pide bien.

Animo, se les pasa.

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