miércoles, 7 de octubre de 2009

Los tics en los niños pueden eliminarse

Los tics son movimientos automáticos, involuntarios y repetitivos, que a veces simulan actividades de la vida diaria, pero que carecen de intención: parpadeos, guiños, tocarse el cuello o las gafas, tensar la mandíbula, carraspeos, estirarse los calcetines, rascarse, encoger los hombros, arrugar la frente o la nariz...
Se dan cuatro veces más en niños que en niñas, y no se trata de una enfermedad de origen físico (aunque a veces empiezan a partir de una molestia objetiva, como una conjuntivitis o una prenda que aprieta), sino que su causa está en un problema emocional y aumentan en momentos de emoción o ansiedad.
Algunos tics son pasajeros y desaparecen pasado algún tiempo si no les prestamos atención ni agobiamos al niño. Otras veces son más persistentes y tienden a instalarse.
Para cualquiera de los casos, aquí van unas recomendaciones:
No hay que tratar de que el niño reprima los tics a la fuerza, ya que suele lograrse lo contrario: que aumenten los tics, la tensión y la ansiedad.
El tratamiento ha de ser por vía indirecta: no se ataca al tic, sino sus causas, es decir, hay que solucionar los conflictos afectivos que están en su base.
La mejora será gradual, disminuirá poco a poco la frecuencia e intensidad.
Los padres nerviosos y apremiantes favorecen los tics. Deben reducir en lo posible la tensión en el hogar y en torno al niño y aumentar la comprensión, el afecto y el diálogo.
Es importante averiguar qué puede causar estos gestos incontrolados (dificultades escolares, complejos, celos u otros problemas). Todo lo que se haga para que el niño adquiera seguridad en sí mismo y se libre de sentimientos de culpa, vergüenza otimidez le será de mucha ayuda.
Los ejercicios de relajación y de respiración o el deporte pueden ser de mucha ayuda.
Si los tics se hacen persistentes, tiene que intervenir un especialista (psiquiatra, psicólogo o ambos), que podría recetar alguna medicación.

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